A. Martinez

Himno para dos.

Me faltan manos para volar a tocar tu risa,

vás y vienes  enredándote sigilosa entre los pinos,

caminas al lado de mi memoria enamorada

y tu sombra se ata a mis costados como un racimo de besos .

 

Veo como hueles a canto matutino,

cuando te sientas en el pico de los gallos

a decirle a la noche que  debe despejar los caminos,

y el sol viene detrás de ti a lavarle la cara al día.

 

Toda el agua cae sobre tu cuerpo como flores,

y desciende de tus pies a tus caricias

como una cascada de naranjas doradas,

perfumando de azahares mi garganta que te sigue.

 

Tienes en la piel, canela y sal de primaveras;

propagas la energía del océano dentro de mi pecho,

con mi corazón que caza tus olas y tus minerales

para hacernos una montaña más allá de la tierra.

 

Todo arde y se precipita, cuando tu vientre

desemboca entre mis manos llenas de claveles,

y somos tu y yo, y estamos juntos  sembrándonos,

juntos de agostos, de raíces, de ti y de mi, sólo juntos.

 

Y no importan los vientos filosos y mortales del invierno,

ni las espadas ensordecidas de voces errabundas.

Vendremos en nosotros,  curados dentro de un abrazo,

vivos en la arena, en el pan,  en el fuego, vivos en la vida.