La casa se llena de sombras, no puedo huir de la oscuridad, solo me quedo sentada viendo esta terrible nada, esperando.
Podría correr y prender las luces, pero me quedo tranquila observando, dejando que la penumbra me abrace y me acoja en su seno nocturno.
Los muebles son figuras andantes, que ante el brillo de la luna, se convierten en criaturas extrañas, pacientes, que buscan el momento perfecto para escapar.
Con las piernas cruzadas, posando mis manos sobre mi cabeza, dejo que todo esto me trague de golpe, las lágrimas ya corrían por mi rostro desde el momento en el cual, el ultimo rayo de luz atravesó mi ventana;
todo hiere, no tiene sentido, la sensación de esta nada se convierte en algo tan fuerte que mi cuerpo comienza a temblar,
y mis ojos, repletos de lágrimas, no ven mas que borrosos y negruzcos espacios.
El miedo y el dolor anidan en mi pecho, estoy cansada, solo quiero morir por un rato.