En tu estepa bendita dejo un beso
por la necesidad que me asesina,
acaricio tu talla escultural y fina
y tu relieve queda en mi impreso.
El viento entre los cuerpos opreso
silba fuerte una música divina,
queda entre los brazos en neblina
y en las sábanas impúdico y travieso.
Vibran nuestros cuerpos y los ojos,
en mi carne tu espíritu se me clava
en el velo de pasión y labios rojos,
descargándome en ti como lava ardiente
y amándote como si fuera marea brava
te hago mía, tan mía, intensamente.