Solo quiso que la luz llene sus ojos
y despierte de nuevo el cantico
para dejar de ser ventana sin vistas
ni alucinación que mira y no ve el color.
Volver a la mansedumbre compartida
y en la memoria incierta de los dichos,
cerrar la amarga farmacia de espejismos
y abrir la botica de espejos y amuletos
y cuando por encima de las copas
vuelvan el negro migratorio ruidoso,
este vestido de otoño y de hallazgo
para que por sobre las hojas cobrizas
que aún se sostienen en el ramaje frio
la encuentre el que hizo promesa de sangre
para ser juntos corteza y savia en el camino.
Carlos Brid
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