Adiós Raquel (elegía a una amiga de alfondeguilla.)
Ésta tierra que pobremente ocupo en Alfondeguilla, abierta a golpe de azada y sin derecho a agua, esperando ver como obro el milagro del pago que adeuda. Me mira ésta tierra de forma triste y cenicienta, enredada en mis pies como las zarzas que cubren los dos limoneros del fondo, con sus frutos tristes que son iluminados por la tarde cada ocaso, donde las últimos rayos del sol tienden un arco hasta los tejados del pueblo, llegando hasta el último extremo, la casa que te acogía en calidad de desahuciada. Casa puerta con puerta, vecindad auxiliadora de lo que fue el Refugio, negocio y casa que cerraste y que ahora nadie ocupa más que las telarañas y tu infinita ausencia. Allí fue donde nuestros ojos se cruzaron, como en el horizonte mar y cielo que los une. Los tuyos, un inmerso cielo, un tesoro marino que siempre señalabas, y que ahora flota oculto bajo las profundidades de la tierra. Los míos negra tierra sobre la que me mezo , entre pájaros asomados en las deshojadas ramas de los naranjos que no cantan, que están inquietos presintiendo algo.
Adiós, adiós Raquel,
Adiós amor de ojos claros
cuya despedida me ha cubierto de dolor y sangre,
mientras me ahogaba en un café en un bar.
Ofelia del secano,
de la almendra y de la viña,
de mi huerta vacía que transito,
dejando una huella
cada día más pobre y más hundida
que no espera coger ningún fruto.
Un día te dijiste:
Todo pasa ,
y pasó,
Incluso la última razón para vivir.
Adiós, adiós Raquel.
Tu te has ido tranquila y soñadora,
yo me quedo sobre esta tierra furioso y sanguinario.
Adiós, adiós Raquel.
Espero alcanzarte pronto
Ángel Blasco Giménez. No ha sido un suicidio ha sido la crisis, hace un año la visite, estaba arruinada y viviendo con su vecina, de su visita me fui alarmado, hice un escrito y un vídeo.