En las frías aguas del arroyuelo,
donde las arenas plácidas ven
y sienten del remolino el vaivén,
apréstase a refrescar un chicuelo.
En sus modales se refleja el celo
que la corriente provoca, también
acusa vívido temor de quién
se atreve y moja en aguas de deshielo.
¡No era para menos su ofuscación
porque el silencio de la soledad
atestiguó el candor de comunión!
Al perecer ahogado en verdad,
sirviéndo sumisa de panteón
las frías aguas, en su libertad.-
Por: Alejandro O. de León Soto
Tijuana, BCN.,MÉXICO, Marzo 27/16