Todos tenemos un rostro
que sólo los demás pueden ver.
No podemos ver el propio
y vamos por el mundo sin él.
En el espejo no vemos rostros,
sólo caretas en dos dimensiones.
En el teatro cientos de personas sin cara ven una obra,
en el estadio miles de personas sin cara ven el partido.
Cada día vamos a trabajar sin rostro,
como agujeros negros, sin ojos y sin boca.
Así nos vemos desde dentro
somos seres sin rostro.