Junto a mi almohada en mi alcoba fría
mis pupilas esculpen una lágrima,
beso el recuerdo imborrable que reverbera,
en cada suspiro y en cada sollozo
musito una plegaria al destino,
pronuncio su nombre
y su rostro resplandece en la luna.
Esa sonrisa y esa mirada
agitan mi alma.
Vuelvo a mí,
cae una gota de sangre sobre pétalos de rosa,
estalla el silencio, se hace infinito,
y mis despojos caen a la tumba junto a estos versos.
Eugenio Sánchez Bacilio