Se busca un alma solitaria,
que se atreva a ser diferente;
que se guíe usando su corazón,
ignorando la absurda sensatez de la mente;
que luche por su causa y que
muera por sus ideales;
que cuíde y aprécie las verdaderas amistades;
que diga, y demuestre sus sentimientos reales;
como un ser inspirador, hablando sólo verdades...
se busca un corazón humilde,
lleno de sencillez y de amor.
Que junto al alba, su dulzura brille,
y que el arco iris su su hermosura destile.
Y es que no hay nadie que a solas ríe,
cuando en público ha de llorar...
Se busca una mirada pura,
llena de ansias y de curiosidad,
que no se asombre fácilmente
con eso que todos saben;
y que viva con pasión e inconformidad.
Una mirada que no decaiga ante los miles de impostores;
que no sucumba ante la ira y la rudeza;
que no se niegue a contemplar la dolorosa realidad,
y; sin embargo, conserve siempre su pureza...
Ésta alma... éste corazón... ésta mirada...
se esconden en las letras de los compositores.
Y sabe Dios que ellos no son simples autores;
son capaces de ilustrar la vida en pocos renglones,
y encender el fuego en los débiles corazones.