Carta para un joven amor oxidado en los albores de una vida, relatado desde las quimeras del espíritu, un amor sin tiempo, infinito, eterno.
Quizás los años desgasten en tiempo las huellas de un querer tan puro pero jamás el viento podrá encontrar las raíces de nuestro amor. En nuestras almas siempre vive y vivirá quienes existieron en nuestra pasión y podrá entonces el tiempo cicatrizar heridas, podrá el tiempo borrar el dolor, sin dudas bastara una mirada y un par de tacitas palabras para estremecer palpitantes las suturas del corazón.
Podria jurar amor, que aunque la vida es joven y frágil, que serás mi último suspiro cuando mi alma quiera elevarse despegando sus suelas del talón; consecuente serás mis mil pensamientos en los clamores de una existencia atardecida, desplegada en el horizonte de los años. Y sé que despertare mañanas pensando en tu voz, y que pasa si un día olvido el sabor de tu risa corazón? Diez mil y un atardeceres bastaran quizás para que tu rostro no sea cual mi recuerdo mi amor, pero has de saber que en tus ojos podría indenticarte entre el monton, porque tu alma y la mía amor están unidas por algo más que terrenal amor.
Te seguiré escribiendo en mis efímeras horas, recordando en la fragilidad de mi morontial existencia, aunque nunca sepas, leas o veas mis letras, seguiré hablándole a la luna contándole a las estrellas cuanto en esta vida te he amado yo, le explicare a las madrugadas sobre el verde salpicado en marrón de tus faros encendidos mi mesías de adhesión Se mi amor que te seguiré amando a través de la eternidad, porque a las llamas de este amor no podrá apagarlas ni el odio ni el rencor, la envidia o el dolor. A esta luz no podrá asfixiarla la noche oscura, luz alimentada por los astros, vivirá en el destino meciéndose entre dos almas, hilo rojo de unión.
Sabrás amor que te he perdonado, si pero no he podido olvidarte y si en lo caprichoso del camino te llegan mis letras amor, quiero que sepas que seguirás siendo el ultimo de mis latidos corazón.