Yo elegí mi rincón,
pequeño y solitario,
humilde y soñador,
silencioso y austero.
Tal vez sea un espejo
de lo que siempre escribo,
o tal vez sea a la inversa
y lo ha escogido ella,
esta poesía mía,
esta poesía tuya.
Así nos entendemos,
yo escribo desde el alma
sin pompas ni trompetas,
solamente los trinos
me llevan a los bosques,
al rumor del arroyo,
me acompañan el día,
me llenan los vacíos.
Y esta poesía mía
se deja acariciar,
se me muestra dulce,
se me muestra serena,
teje ilusiones vanas,
me trae los aromas
de claveles y rosas,
de praderas lejanas
con cardos florecidos.
Me ofrece una vereda,
un rocío,
un sol que se aparece,
la risita de un niño,
el candor de una joven
con el cabello al viento,
el transitar cansado
de una anciana pareja.
Con mi poesía, de noche,
cuento estrellas, sonrío,
le hablamos a la luna,
me acerca una mirada,
una sonrisa, un recuerdo.
Entonces yo me duermo
cubriendo con mi almohada
para que no se escape,
a ese sueño distante
que no termina nunca.
Y así congeniamos,
en un rincón sin brillo,
pero es el elegido
quizás por mí,
o quizás no,
quizás porque el poema
con su candor a cuestas
deambulaba sin verlo.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
(En la imagen el menor de mis nietos, Fidel)