En las afueras, allá lejos
los astros que parpadean
son solo astros, solamente estrellas
que guardan sus secretos.
Yo no sé de aquellos
tan solo se de quien canta
sus formaciones que se precipitan
una vez que nacen en la oscuridad.
Tan solo yo los miro como si fueran
calientes y desnudos, infinitos hasta el alba
rescatados de la nieve.
¡Refulgentes los he visto!
Fugitivos, carecidos de desasombros
con rigor de fuego que no se quita.
¡Venían y venían cada vez!
Por la voz de un trueno eran dirigidas
por majestuosa presencia de un ángel
quien ordenes recibía.