En tus brazos quemé mi último aliento
y deshojé de mi jardín las bellas rosas,
que al abrirse se tornaron primorosas
siendo cómplices del amor que intento.
En tu alma reposa hoy mi desaliento
que se provoca al no decirte las cosas
en el momento justo y cuando te posas
en mi regazo y en mi diario pensamiento.
¡Y es que amor te quiero tanto y tanto!
que es tan inmensa y cruel la dolencia
de no tener tu cuerpo y no tener tu encanto
que me provoca tremendo cataclismo
en el interno de mi loca inconciencia
y un horrible disgusto de ser yo mismo.