¿Sabe la marea de las heridas
de arena, de la sangre
que en sus aguas discurre?
Se duele nuestro puente
y arquea en su aguantar
inviernos sobre un río
que no aspirará nunca
a nutrir tierras nuevas
por no saber si vendrá el día
de llevar su cielo al mar:
saber que nos buscamos
es un reencuentro tan ciego
porque no se produce nunca
como dulce por no cesar
una noche en esta orilla.
Sabe a tus ojos
la marea y a tus manos
que hiere y lava,
que incansable besa
y olvida.
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