Me he acostumbrado a tí, sí.
Me he acostumbrado a leer tus palabras
cual grafía que en mis retinas, se
condenan a perecer.
Sí, me he acostumbrado a tí.
Me he acostumbrado a rezar por tu alma,
pidiendo que tan encumbrada perezca
por siempre en mi alma.
Me he acostumbrado a tus abrazos,
dulces y valerosos como el marfil.
Me he acostumbrado a besarte,
!!cadena perpetua pido!!
si a mitad del camino, yo los dejo ir.
Pues sí, me he acostumbrado a tí.
Me he acostumbrado a soñarte,
témpera de color mi mente que
tras el vagabundo sueño insolente,
te dibuja osada a su merced.
Me he acostumbrado a tu voz,
lírica de un ave que brinda libertad,
cálida, tierna, !!venerable melodía!!
que tu garganta perpetúa al cantar.
Sí, me acostumbré a tí.
Me he acostumbrado a tu perfume,
licor de los dioses que como Solón,
por distancia ha prohibido en mis
sentidos.
Me he acostumbrado a tí...
Me he acostumbrado a deleitar a mis ojos
cuando miran tus ojos.
Me he acostumbrado a morir en
el gesto impoluto de tu sonreír.
Sí, y así acostumbrado a la sazón
de mi costumbre, !!usanza divina!!
eternamente quiero vivir...