Sol de mediodía. Un parque,
cuatro mesas y unas sillas,
y un estanque. Y florecillas,
y sin barcas, un embarque.
Y el césped que en garabato
va dibujando un señuelo,
y el suelo que observa al cielo
con sus ojos de novato.
Y un recoleto sendero
y algunos niños jugando.
Los niños, sueños pescando,
y el camino prisionero.
De una pareja, un te quiero,
entre un ramaje furtivo,
ante ese soplón festivo
que quisiera ser torero.
Y yo, todo eso mirando,
de ese paisaje cautivo,
mientras veo que aun estoy vivo
y al tiempo sigo matando.
©donaciano bueno
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