Maldito Edén, que pensaba que había entrado al paraíso.
Maldito Edén, que pensaba que me querías cuando tú me decías ven.
Maldito Edén, que siempre que me besabas te imaginabas otra imagen de otro hombre.
Maldito Edén, que pensé que lo había cogido en la estación correcta, pero me equivoque de tren.