La tarde me atosiga con su prisa
huyendo con urgencia por perderse,
los rayos con nostalgia languidecen
y lloran despidiendo al viejo día.
Atrás queda el dolor de la desdicha
de gente inofensiva que no advierte
qué, a otros, su tristeza no les duele
y matan por quimeras retorcidas.
¡Maldita condición! ¡Puta soberbia!
¡Cruel totalitarismo teocrático
que desprecia con asco la existencia!
¿Cómo puede avanzar el ser humano
por senda tenebrosa de tinieblas
sin la luz que nos une a los hermanos?
Cecilio Navarro 22/03/2016