Ayer vi ojos que me miraron con deseo
como queriendo besar con sus pupilas
el bulto de mi entrepierna adolescente.
Ojos de adulto, de varón ansioso,
como para terminar de complicar la bruma
que rodeaba el despertar de aquel mocoso.
Ojos hubo que se agacharon vergonzosos
dejando en los labios y en los puños
las ganas de lanzar la retahíla
de madrazos y palabras insultantes
contra aquel adulto varón atravesado.
Ojos hay hoy que se posan con cuidado
sobre la esbelta figura de un mancebo
ojos que se cierran y recuerdan
que tal vez en la mirada de esos otros
como en los míos no hubo nada
ajeno a un no se que curioso
muy distinto a un deseo lujurioso.
Ojos atentos, no acuséis de prisa
pero tampoco os confíes en demasía
pues los hay que con su mirar delatan
a la persona enredada en su manía.