Me puede el rastro
los ojos
y la ira.
Segundas partes no son buenas:
Apocalipsis, por favor,
mi querida dama de fuego perfecto,
que llegue enseguida
el derramamiento
de almas y la Justicia
que no poseemos.
Me puede el niño
que muere de hambre,
el billete falsario que desordena
verdades.
Segundas partes me quiebran
el rostro: Apocalipsis, mi doncella
difunta, por favor, que se abran
los cielos y que la anarquía
sea nuestra única
preocupación.