Max Hernandez

DesilusiĆ³n....

Miras a través de los inertes cristales de una ventana solitaria, que acompaña tu triste y melancólica existencia,

Y tus ojos vacíos, sin luz, sin fe, sin esperanza, navegan perdidos en la tempestad de las turbulentas aguas,

que la vida y el destino se han encargado de enturbiar.

 

Tu corazón late sin fuerzas, perdido en un lúgubre túmulo solitario, con un epitafio sin sentido: estuvo vivo. 

También él se sintió perdido, y asombrado al escuchar que ya no estaba vivo, que todo por lo que había luchado y amado, carecían de sentido.

El alma se fue, tratando de atrapar a las esperanzas que se evaporaron en la niebla de la desidia y la añoranza.

Las fuerzas abandonaron a este barro con aliento, que solamente espera finalizar su cruel tormento.

 

En tu torturada mente, cansada de preguntas sin respuesta, de infinito martirio, una sola voz repite mil y una veces: Por qué?

Qué hice yo para merecer semejante castigo? Por qué tuve que perder lo más preciado de mi vida? 

Donde estás Dios mío? 

 

No encuentras consuelo suficiente, sientes que tu vida se ha perdido. Mataron tu ilusión, destrozaron en mil pedazos tu confianza y tu cariño.

Lloraste hasta agotar la última lágrima y exhalar el último quejido. Ya no queda nada. Mataron tu alma de niño.

 

Seguirás tu camino, pues la vida así se ha dado. No hay tiempo ni espacio para lamentaciones ni quejas. Lames tus heridas, te repones, sacudes tus tristezas, 

levantas la frente, inhalas profundamente para sentirte nuevamente vivo, y pones a marchar tu reloj vital para seguir adelante. Incluso sonríes...

 

Pero ya no eres el mismo. El duro golpe al perder las ilusiones y esperanzas, que te fueron despojadas y destruidas, de esa manera vil y sin sentido, 

han convertido a tu corazón en roca, y a tu alma en acero frío.