La naturaleza con un lánguido suspiro
adormece suavemente todos sus sonidos
acariciando la tierra con débiles latidos
que van danzando en un armonioso giro.
Dulce otoño que llegas y te adueñas
mostrando la desnudez de tu rivera
pintando de ocres y dorados el afuera,
bordando sombras para plasmar señas.
Por los tintes oscuros reflejados en tus ramas
pude gravar en mi alma lo que tú quisiste,
y aceptar ese color especial que le pusiste.
Abrazada quedé a la vivencia que derramas.
Eres la vida que se funde muy calmada
y en cada una de las expresiones que advierto
puedo oír la melodiosas notas de un concierto
que le obsequia un adiós a la hoja ya cansada.
Beatriz Blanca