Estaba tranquilo,
De pronto llega un recuerdo tuyo
Como una piedra lanzada por el viento,
O por sombras sedadas,
Quebrando los débiles cristales de la quietud.
Tu boca, tus manos invaden mi habitación,
Lanzando al piso mis cuadros, mis papeles,
Todas mis ropas y mis absurdos libros,
Hacen de la luz un rehén cómplice
O una prisionera desahuciada ¡No sé!
¡Ya nada está tranquilo!
Y vuelven las existencias arrodilladas…
LRL
23-03-2016