En esta noche callada y absorta
he evocado el sueño eterno
que me inspira respeto y
una apacible tranquilidad.
Tranquilidad...eso que la mente
aclama perderse para siempre
en el susurro del viento
y en el agotado mar.
¡Oh! Que diera ser valiente para ir
en busca del más allá...
¡Dormir! ¡Dormir! Internarme en una
serenidad imperturbable hasta que
las cenizas queden como recuerdo
de lo que fué mi realidad.
Realidad como esta elegía
que proviene del hastío
de los sueños derrotados
y de la sosegada oscuridad.
¡Dormir! ¡Dormir! Y no levantarme ¡más!.