Hay tanta noche para archivar.
Todos buscan su contraparte, su mitad absurda del vals.
Vocean las calles que pisan,
Ventilan de humo los espacios que pretenden habitar.
Se van deshumanizando, enraízandose las escamas frías,
Endureciendo las artificiosas posturas.
Mientras, yo dejo abierta la ventana que da al empedrado
Por si acaso el viento enredara
Más que una goleta impertérrita de desvelo.
Atino a establecer los límites, a sembrar las volteretas
Del laberinto hastiado y repetitivo
De los desencuentros.
Me enfermo en una esquina,
Incapaz de plantarme en el centro de la habitación
Para engrupirme de verdades rabiosas.
Afuera, las parejas cuartean los cueros de la lluvia
Y prescinde de la partitura un grillo analfabeto.
Las descripciones se vuelven un motín de hojas gastadas
Frente a los pórticos, las escalinatas.
Todos buscan, como ciegos,
Hacer un fondo blanco a tanta oscuridad;
Yo la guardo, celoso, bajo su paño fresco de tedio
Para apurármela más tarde, cuando ya ni luna quede.