El olor de tu piel, estando lejos de ti
me acosa en los momentos más inoportunos,
torturándome por no poder probar de ti
y perder mi mente como idiota en vicios.
Mientras las gotas restantes de la lluvia
caen de las hojas de los árboles,
yo me muerdo las uñas de la ansiedad
que me provoca pensar que vives lejos de mi.
La distancia, que poco a poco me sofoca
y se burla de mi mientras lo hace,
me hace cometer actos ilógicos
como escapar de noche.
Pues la adicción a tu olor,
a tu piel, a tu cuerpo
es más grande que mi calma.
¿Y cómo no volverme adicto a tal hermosura?
¿Y cómo no volverme adicto a tal mujer?
Pues eres y serás siempre la musa
de mis pensamientos.