“Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”
Fueron las palabras de aquel crucificado,
Pero ¿es que Dios en verdad lo abandonaría?
¿Desprovisto del amor celestial estaría mientras moría?
Nuestra mente no concibe que, a su suerte, haya sido dejado.
Más, si dices que Jesús no fue abandonado
De mentiroso, a Cristo has señalado,
“Dios no abandona a nadie”, dirás
Pero ciego y equivocado estarás
Pues nuestro Señor sí fue dejado de lado.
¡grande y sublime amor el Padre ha mostrado!
Jesús, como nosotros merecíamos, fue tratado,
Para que nunca de esa manera se nos trate
Por ello nunca ha de abandonarte
Porque a él lo ha abandonado, aunque era su hijo amado.
Mientras la muerte lo estaba reclamando
Sintió cómo del amor del Padre se iba alejando,
Su corazón doliente terminó gritando:
“Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”
Pues el Padre lo trató más que como ha pecador, como a pecado.
Jesús fue tratado como nosotros merecimos ser tratados
Para que nosotros nunca seamos abandonados,
No solo Cristo sufrió mientras estaba crucificado
El corazón del Padre también fue desgarrado
Por amor a nosotros, sus hijos amados.
¿No te conmoverás ante tanto dolor?
Contempla este sublime acto de amor,
Su sangre derramada, su amor te diga
Que su Santo Espíritu te bendiga
Y que valores el sacrificio de nuestro Señor y Salvador.
Sobre el mundo, hoy que es viernes santo
Su amor se extiendo como un bello canto,
Para decirnos, hoy como hace dos mil años
Que no importa de la Cruz las heridas y daños
Su amor inmutable, hoy como ayer, quiere envolvernos cual manto.