De noche o de día, para él la distancia se convertía en cercanía a través de una pequeña luz verde que indicaba que ella estaba ahí. No tenía certézas de que fuera por él, pero la sensación que le producía pensarlo, lo hacía sentir bien. Lo estimulaba en su rutinario día laboral. Su trabajo lo mantenía obligatoriamente siempre conectado. Desde allí mantenía de forma virtual muchos diálogos, teleconferencias e intercambio de información y naturalmente, algunos posteos tiernos y de seducción que aparecían por las redes sociales. Por esa gran avenida, entre posible y real, transitaban sus sentimientos. Algunos a mayor velocidad que otros, cuestión que provocaba colisiones y heridas. Pero nunca había estacionado, siempre viajaba. Disfrutaba poco del paisaje, tan poco, como se lo permitía la velocidad de una conexión. Uno de esos días, cuando el final de las obligaciones le permitieron volver al mundo real, se descubrió distinto. Algo había cambiado. La pantalla en off le devolvía su rostro tarareando, entre lunas, la misma melodía: \"No me dejes solo que contigo estoy mejor / quédate un ratito que ya pronto sale el sol...\"