¿Por qué, ¡oh rosa lisonjera!,
habrías de mover mi tierra
como si una flor pasajera
bastara para alzarme en guerra?
¿Por qué, como soldado raso
habría, ¡calabaza inútil!,
detenerme a escuchar tu paso
y desestimar la vida útil?
Adelante iré en la batalla,
adelante… adonde el fragor
alto y claro de la contienda...
Porque si mi voz no te acalla
te diré que escucho otra flor
y quizá solo ella me entienda.