Correr de los siglos, espacios vacíos
indescifrable nada helada de amor
nieves de Himalaya cubriendo mi hastío
vana elocuencia de sordo rumor.
Viejas esperanzas sembradas en fango
que múltiples horas endurecerán,
capullos de pálidas rosas han de haber brotado
el tiempo en abono cultivólas ya.
Tornarse ha el pecho de sagrada pena
en campos de amor santo, altar de dichas
donde ofrendas sacrosantas de fé
posan eternas.
El blanco sepulcro del alma abriera
lápida de sangre que ungida amor
refleja vida,
dulce paraíso creador de las glorias
más bellas.
Leonardo Henrricy Santiago
Leo Henry