Me hice mi propio mundo (mi universo)
mi albergue de sueños en perfumes y celestes sonidos;
cambie el ritmo de los días
con los rayos del sol engastados en las piedrecillas.
¡Oh, luna! ¡Oh, sol! ¡Oh, azulejo de estrellas!
rodean mi patria al son de cadencias de instrumentos
con musgos fortunados y el fruto de vida en un árbol.
Canto mi camino enfrascado en deseo
con tu decoro solicitado, con tu fama y tú ornamento.
Eres pastora de mi rebaño,
mudas el entorno de señas poéticas, de gentiles rastros.
¡No sé! ¡No sé!
¡querida de mis flojos ojos!
cuando puse tu aliento, tu poesía;
tal vez mis antojos te trasladan hasta aquí
quizás mi violín.