Maravillas se esconden bajo cada una de las letras de tu nombre,
se hace suave el tono de mi voz al declamarlo,
¡Sí, declamarlo! como si fuera poesia,
un verso de Neruda
o por que no uno de Becquer o Cortazar,
y lo es,
exquisito, taciturno, misterioso, sublime...
Mientras lo pronuncio
se desliza por la piel el tacto de los dedos,
como si los poros fueran versos escritos en braille,
y no hay necesidad de preguntas
porque ellas solas se responden.
¿Seres infinitos?
Tu y yo
con los dedos entrelazados.
¿Sentimientos perpetuos?
El aroma de los besos
en desorden.
¿Distancias?
El sudor de tu piel
y el calor de la mia.
¿Cosas enigmáticas?
Tú y el firmamento,
y ahora no sé cual es cual.
Sobran las preguntas,
la respuesta: Tú.