Nueve musas y un papel en blanco 1
1.- La musa se llamaba eternidad
Pues era todo tiempo en su heredad,
tiempo sin escribir pidió el cautivo,
me oyó lo que expliqué: “quiero estar vivo,
¿qué tal si esperas tú sin ansiedad?”
Pero ella enloqueció, de su ciudad
me expulsa de inmediato y sin motivo.
“¿Quieres vivir? Pues vete y te prohíbo
que aquí quieras volver con tu ruindad.”
Viví, reí, vagué, cambié de edad
y a solas redacté lo que suscribo,
sin nada que agregar a mi verdad.
A veces oigo un llanto y lo revivo,
es ella que me dio esta libertad,
soy yo que, sin su amor, aún le escribo.
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26 03 16