\"Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad.\"
-Cicerón
\"No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría.\"
-Jean Cocteau
No estoy en contra de la declaración de que el conocimiento de la verdad es hermoso —porque, para mí, generalmente lo es—, y es así porque hay verdades que nos subyugan por su belleza, como las de la matemática pura. Pero incluso en estos terrenos del pensamiento puro, cuando asociamos algunas verdades de la matemática con nuestro conceptuado mundo de la realidad, podemos llegar a encontrarnos en una situación nada cómoda. Ejemplo de ello son los pitagóricos, cuyo descubrimiento de que la raíz cuadrada de dos es un número irracional (uno que no puede ser expresado de manera precisa mediante una razón, es decir, mediante a/b, donde \"a\" y \"b\" son números enteros determinados) les resultó indeseable, inadecuado, horroroso para su visión del mundo, el cual imaginaban estar hecho, en su esencia, por números enteros, algo así como nuestra idea actual de que la materia está hecha de átomos. En su sentir, este descubrimiento echó por tierra su doctrina. Como bien lo expresa Carl Sagan en su COSMOS: «“Irracional” significaba en principio que un número no podía expresarse como una razón. Pero para los pitagóricos llegó a suponer algo amenazador, un indicio de que su concepción del mundo podía carecer de sentido, lo cual es el otro sentido que tiene hoy la palabra “irracional”».
Hoy día podemos escuchar ecos pitagóricos en esos fútiles intentos de quienes recurren a la matemática pura creyendo que con este método pueden demostrar la existencia de un Dios omniscio y omnipotente. Les parece que, sin Dios, su mundo no tiene sentido, y terminan suicidándose intelectualmente (si no literalmente). Pero ¿por qué sin Dios y siendo conscientes de nuestra mortalidad, el mundo tendría que carecer de sentido? ¿Acaso no somos creadores? ¡Creemos (de crear) un sentido para nuestro mundo, pues! ¿Que es insatisfactorio un sentido humano para el mundo? ¿Es que, habiendo descubierto que estamos solos (sin dioses) en este pasmoso universo, tenemos opción?
Reitero, hay algunas verdades del mundo de la realidad que no nos resultan tan bonitas o agradables (o de plano, totalmente desagradables, insoportables), como el hecho de la muerte. Seguramente ningún ser feliz desea morir mientras se encuentra en su estado de dicha (aunque sí cuando se siente sumamente desventurado). Por eso el ser humano se rebela ante esa verdad negándola. De ahí que soñemos en dioses inmortales que pueden salvarnos, darnos la vida eterna. Sin embargo, lo único que hacen estos sueños es tranquilizarnos —sea porque eliminen o atenúen nuestros posibles miedos—, pues no impiden que muramos. Así que no nos queda más que arrostrar con valor la dura verdad de la mortalidad, nuestra mortalidad, aunque nos parezca insufrible. Soñemos, sí, pero soñemos los mundos posibles.
FZ