Josefina 46

UN MILAGRO DEL AYER

 

Primavera del sesenta y uno,

¡mañanita de Viernes Santo!,

dos miradas se cruzaron

al paso de Jesús crucificado.

 

Una cruz, la más infame condena,

aunque eres Dios, por maldad te condenan,

y yo con el corazón transido de pena

te contemplaba con actitud serena.

 

Mis ojos fijos en el Padre le siguieron

hasta perderse entre la multitud

y como obra sutil de inspiración

allí, entre la gente estabas tú.

 

Tarde de Pascua florida

nuestros labios se juntaron

y aquella ráfaga de luz divina

todo nuestro ser inundaron.

 

Y fuimos dos almas gemelas,

en ti deposité el alma mía,

cariño, ternura, poesía

tú al igual me correspondías.

 

Al pie de San Pedro Apóstol, un día,

la bendición de Dios nos unía,

dejando en sus manos divinas

nuestras ilusionantes vidas.

 

Fueron pasando los años

y quiso el destino separarnos

pero en la inmensidad de los cielos

un día, volveremos a encontrarnos,

 

Primavera del sesenta y uno,

¡mañanita de Viernes Santo!,

un milagro marcó el camino

de dos vidas y un destino.

Fina