Al contemplar un rojo atardecer
De un impactante y bello colorido,
Con un purpúreo tan encendido,
Deslumbrante y pálido fenecer;
Pensé y pensé, ¿para qué he de nacer
Si acabaré en suspiro convertido?
Sólo para aceptar que hemos venido
A confrontar un destino: perder;
Toda aquella juventud y belleza
Convertida en piltrafa quedará;
Y toda aquella vana gentileza
Tan sólo nada, al terminar, será:
Para qué procurar tanta grandeza
Si ella en cenizas se convertirá…