Cuando busco la ortografía
para escribir tu nombre
las telarañas se enredan con las letras
y se pierden.
Los pensamientos se quedan mudos,
las emociones tropiezan entre el dolor
y el apego delirante.
Otra vez mas
vuelvo a incinerar tu nombre
como tantas veces que profanas
la memoria.
Golpean llamaradas en las paredes del estómago.
Mi cuerpo inquieto se consume.
Mis huesos se calcinan.
El corazón se duele y se deja arder
entre piras de fuego
para convertir en cenizas los recuerdos.
Pero tu sigues ahí entre el humo y los escombros
¡agonizante!
con suspiros desgarradores
en esas llamas que aun dibujan tu rostro.
¿de que sirve incinerar los recuerdos
y congelar la memoria
si mi razón la sigues secuestrada?