El niño no podía correr, tenía una extraña patología, (Espina Bífida)
que conlleva a sus piernas falta de sensibilidad y movilidad.
El niño no puede huir de su enfermedad.
no tiene fuerza para hacerlo,
ni mental ni físicamente.
El niño pierde parte de su inocencia,
es consciente de que es diferente a los otros niños.
Se pregunta siempre porque yo.
El niño sin embargo es más sensible,
esa falta de sensibilidad en sus piernas la acrecienta y
la desarrolla en su interior.
El niño se hace mayor, sigue sin correr,
pero por lo menos sabe que decir y responder a otros niños que no corren,
darles apoyo, altruismo, ejemplo y sobre todo sonrisas.
El hombre no corre físicamente,
pero si que corre espiritualmente, vuela en sus sueños,
y ya no se siente diferente, se siente peculiar
o extrañamente normal.
El niño que no corría, ahora es un adulto,
pero que ve a los niños que no corren,
con esperanza, bondad, cariño y positivismo.
El niño que no corría, sigue sin correr,
pero 40 años más tarde sigue andando igual o más que al principio, y
quiere creer que sus niños que no corren sigan andando y quien sabe
alguno llegue a correr.