¿Quién podrá librarme?
¿Dónde habrá lugar, en que arroje lo despreciable?
Contra mi propia carne es mi descontento
de no soportar más su podredumbre.
Miserable habitación donde enjaulado me encuentro
una maquina oxidada y repugnante
un tabernáculo viviente, encendido y sin provecho
¿Cuánto más esperaré?
¿Cuándo podré salir de lo que aborrezco?
Ya quiero, de aquí nada deseo.