Cantó sus amores como la cigarra, durmió sus insomnios como el tiburón: alerta y tranquilo y siempre al asecho de que séle asome una inspiración.
Sin penas ni glorias, ahí va el poeta con las manos puestas sobre su cabeza; busca el pensamiento, ya séle ha perdido, y dándole al viento sus palabras sueltas cree que ha de encontrar lo que ya se ha ido.
Abundantes grietas exhibe su piel y aún mas copiosas son las de su alma; de donde han surgido bellas poesías que cupido lleva de su mano izquierda porque con la diestra lanza los encantos que guardan los versos.
Se fueron sus años; con ellos su vida: una alegre vida de risas y aplausos y el florecimiento de sus pensamientos, que hoy están ausentes, nadie los inspira.
Ahí va el poeta, sin penas ni glorias, siguiendo la ruta rumbo a su destino que tranquilo aguarda por su alma de niño y esos pensamientos que fueron su abrigo.
PABEDIZ