4:44 a.m., y sigo pensandote,
pasó el día y tu recuerdo fue inmutable,
llego la tarde y fue más nítido,
se hizo la noche y nada lo trastoco,
digamos que sigue virgen en mi mente,
virgen como aquella primera mirada que coincidió con mi mirar melancólico, derrotado, decepcionado e incrédulo,
hasta que tu destello despertó la esperanza en un nuevo día,
en el amor que surge de los escombros,
donde nadie se atreve a edificar,
llegas y levantas un rascacielos.
Pero te basto conocer sólo uno de mis demonios para decir adiós,
sin importarte que ha estas alturas conociera casi todo tu infierno,
para querer quedarme.