No son tus cuerdas, es tu madera,
no son tus notas, es tu afinación.
Tú melodía ha dejado arrítmico mi corazón.
Estás postrada en mis piernas,
mis dedos te acarician
cerca de la boca y de los brazos:
nos unimos al son de la canción.
Tú, que seduces hasta el más rígido interprete,
tú, que cautivas al público más exigente,
eres mi mujer guitarra,
la más hermosa de todas,
la más celosa de todas.