No hay más tierra que la
maceta que llamo casa,
no hay más nubes que un cielo entero
destrozado por la mañana,
no hay más ruido que el silencio,
el son de guerra que grita frio,
el charco rojo,
la guerra agena.
No hay más madre que la nostalgia
la soledad y un poco de hambre,
que se comen el lapiz, el papel o la tinta,
que le escupe en la cara a una niña hambrienta
y sedienta de besos.
No hay más tierra que la que añoro
y que se va en el tiempo...