Algún día tendré el valor de callar.
Mientras tanto, hoy no se me da la gana.
Gritar que el wifi nos ha esclavizado.
Que vivimos con los ojos hundidos y ojerosos
clavando la mirada en la pequeña pantalla celulítica
en espera de un no se qué.
Talvez de un like en Facebook
o de un WhatsApp
en lugar de vivir.
Estrabismo y miopía cerebral son nuestros males.
Dicen que estar ocupados quita el hambre,
por eso nos mantienen abrumados con la tele y el internet.
Que hablar poco atrofia el lenguaje,
supongo que por eso no entendemos las
expresiones ambiguas de los mandamases.
Este México huele a agonía humana,
a terapia intensiva.
Y no se si yo tenga muy fino mi olfato
o me saboreo leyendo el presente.
Nadamos como peces atrapados en Redes
y creemos en la libertad porque nos dejan nadar
dentro de ella.
Miles de mentes se pierden sin retorno.
Percibo que la insensatez de este pensamiento
me hace irreverente,
aunque a veces me ajusto al último grito
de la moda absurda de los irracionales comunes.
Disfruto más de los tiempos extintos.
Cómo me gustaba el olor de los libros de la madre
patria.
Aunque hora que sé leer le huyo a las letras
para no entenderlo.
Mi país era hermoso cuando era niña.