Si se es dueño de lo que se calla, cerrare
la boca hasta que los dientes se agrieten.
repetiré silencios hasta que su vacío, haga
que el despojo se aleje. Apretare los labios,
sangre ofendida entre los dientes; lengua
valiente que no pervierte.
Si es así, caminare con las manos en la boca,
muro lastimero de sueño y desespero; alimenta
una tímida posesión y se apropia de una razón.
Que se quede todo; sonrisas, cadáveres de pensamiento,
somnolientos valles de odio, danzantes hijas del perdón.
Que nada salga, que todo me pertenezca.
Si me apodero de lo que no sale de mi garganta, lo
quiero todo - envidia mullida, pelandusca de mi herida-
lo que no ven mis ojos, lo quiero todo, hasta la muerte,
así, sin más, en forma de este silencio que me adueña
de este mar que nadie más debe quemar.