¡Hoy te doy, mi cielo, los buenos días!
Quiero exprésate con alborozo mi alegría.
Ayer, por fin, supe que tú me querías,
Yo también, te quiero, aunque no te lo decía.
¿Cómo no voy amarte mi cielo, mi amor?
Si despierto con el sabor de esos besos.
En tus brazos acunada y llena de tu calor
Y, para mi alegría, sumida en el embeleso.
¡Tus labios para mi han sido la perdición!
Cómo iba pensar que allí enclavada me quedaría,
sufriendo por el dolor que siente mi corazón.
Es que su hechizo, por ti, ni yo misma lo creía.
Si alguien me hubiera dicho, que ese tu amor
sería sufrimiento, agonía y, mi más cara, aflicción,
a ti no habría renunciado, para ello, tengo valor.
Y para amarte y quererte como dicte la ocasión.
Pero, yo estoy dispuesta a quererte, como sea.
Y si la vida se resiste seguro la venceré
¡Sin duda, que tú serás mi mejor presea!
Y aunque todos se me opongan, yo te amaré.
Para amar como yo amo, armarse de valentía,
es menester, no auguro ninguna ganancia
al que se da por vencido, sin ponderar la cuantía.
Y te lo digo de plano, esto, no es pura jactancia.
¡Por ti de todo lo haría,
y hasta mi vida te daría!
Raiza N. Jiménez/