Ahora que ya llega la mañana
y se ha quedado en mí tu tibio aliento,
bendigo el dulce sueño y el momento
en que mi patria fue tu piel lozana.
Fue el tiempo del deseo y la manzana
mordida pese al cruel remordimiento,
los pulsos azotando cual tormento
y en los ojos destellos de campana.
Fue la noche en que te sentí tan mía
que dejando de lado la utopía
fuimos leños ardientes de una hoguera.
He surcado tu cuerpo, lo he bebido,
y en la tersura de un sueño prohibido,
fui tu amante de la mejor manera.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.