América bendita, princesa majestuosa,
que lleva las guirnaldas de mágica belleza,
es azteca divina con honor que embelesa,
es inca legendaria, valiente y portentosa.
Un día de repente, la sombra de ambición
regó tu noble sangre por todas tus montañas,
vestidas con nobleza, las negras alimañas
impúdicas violaron tu noble corazón.
Nacieron de su vientre, de luchas, las historias,
con esencias bañadas, de la noble hidalguía
de aquellos aguerridos, con grande valentía,
que dejaron de ejemplo sus magníficas glorias!
y quienes la queremos, miramos con dolor
que los nuevos tiranos, de bondad disfrazados,
mantienen a sus pueblos a cruel pobreza atados
y nada les importa su mísero clamor.
Los cantos de esperanza que llevan la piedad
que diera el gran Darío con verso tan dilecto,
debemos de cumplirlos y ser el arquitecto
que brinde a nuestra tierra fulgor de libertad.
Atilas mas modernos la quieren mancillar
la promesa vendiendo de soñada igualdad,
mas tienen en sus almas el germen de maldad,
con los pueblos haciendo de injusticias un mar.
En los cielos sagrados de la América nuestra,
jamás permitiremos se vengan imponer
tiranías funestas, que podemos romper,
que nuestra gallardía, la historia lo demuestra.
Y como defensores de nuestra linda dama
debemos levantarnos y serle siempre fieles,
la sangre que llevamos de hidalgos kaqchikeles
nos llena de corajes, y nuestro pecho inflama.
Autor: Aníbal Rodríguez.