Aprendi amarte contemplando a esos hermosos luceros,
Al tratar de deducir lo que pasa por esa sensatez tan creativa,
Al rozar esos labios, al recelarme una existencia a tu flanco,
Al acariciar tu tersa piel
¿que sería de mi existencia si tu no estarás a mi ala?
Os quiero ser el que en cada alborada te despabile a besos y en cada anochecer te produzca ese placer que te volverá loca de amor, mi agraciada princesa.