En mi odisea no pretendo encontrarme
con espejos, salvo con la luna de cristal
cuando la noche me cubra y mi cielo se
mantenga limpio y desarrugado.
En cada paso ya no existes, se
van diluyendo las dudas en el mar de
mi encuentro. Lamentando, el dolor
ya no me duele y el hálito me
conforta de certidumbre y alivio.
Voy camino a quedarme en sitio alguno,
donde sólo puedas imaginarme,
aunque antes, ya no me quieres.
Voy a dejar de quererte
aunque peliagudo sea el derrotero.
Voy corriendo a alguna parte.
Voy a olvidarte.